sábado, 11 de agosto de 2007

CAMPOS DE PIEDRA Y LUNA

Registro Territorial de la Propiedad Intelectual de Andalucía
Expediente AL-00104-2007












FRAGIL EXISTENCIA

Escribo en piedra.
La vida es frágil
en mi leve existencia.
Los sueños se me quiebran.

Con infinita paciencia
pego los trozos rotos
unos tras otros.

Me he dejado la piel
en la dura roca
que vibrar me hace.

Con una voluntad inquebrantable
me defiendo de invisibles
guadañas y sables.

Me encuentro cada día
ante un sol que nace.
Adoro mar y cielo
como la mejor melodía.

No olvido. Guardo en la memoria
y recojo para mi vida
un poco de armonía.

He encontrado en la dura roca
sin buscar en sus oquedades
parte de mis sueños rotos.
Es mi tiempo
en todas sus edades.

Caminé por veredas y sendas
con sol, lluvia y viento.
En ellas hallé
el alma pura de la filosofía,
del amor, de la ciencia
y también de la poesía.

Es la dura piedra mi morada.
En ella descansará mi cuerpo
y mi alma la piedra habita.
A cambio no pido nada.

Primer poema de campos de piedra y luna 1.980









Verso y libertad

En una trampa sin nombre,
donde osamentas errantes
perdieron su existencia,
la poesía,
que es eterna,
en un cercado de espinos,
lentamente,
se va abriendo camino.

Las guerras nos roban casi todo.
Queda el cincel, la piedra, la letra
y la palabra.
Letra para el verso;
palabra, para gritar batalla;
cincel, para esculpir
amor y libertad.








Notas en el cielo


Piso mi huerto. Tierra
siembro. Rosas rojas
crecerán en primavera.
Regreso a un sueño,
es un campo de olivos.
El cantor toca
con sus notas el cielo.
El escultor labora
en la materia un espacio
sin tiempo y encuentra
su horizonte cercano.
El pintor pinta el amor
con luz de ola
en un arco iris sentado.

El sonido del viento
me trae besos robados.








El cabo de gata

Yo, que soy un hombre enamorado,
entre el sueño y la razón,
la lucidez y la locura,
paseo mi cuerpo desnudo
por los campos de sueños
que hay más al sur
y, entre la dura roca
y la blanda arena,
las olas y el viento,
compone un poema.

Piedras de fuego,
tierra de mar,
estío fecundo, lluvia...
¡Ay, el cantar,
soy lo que mis ojos ven!







Duerme el tiempo

Soy aire, sol y viento,
sudor y salitre,
manos encallecidas.

¡Dura piedra
que tienes el alma leve.
Esperas dormida en el tiempo
que unas manos
encallecidas
saquen tus formas al viento.
Para que ojos que nunca vieron,
manos que nunca tocaron
y sentidos que nunca sintieron
vean, acaricien y sueñen!







Piedra y agua

Los años pasados tienen
un largo silencio que entretiene.

A la sombra de una roca,
cava y quiebra el agua la piedra,
sueño pétreo convertido en arena
por el fluir del cantar.

Agua en el mar soy, ojos que miran,
manos que cogen un tiempo que llega.
Arranco puertas y ventanas,
soy cuerpo y mente que recibe.

Hay aromas y aire nuevo en el campo,
en la arena y en la raíz del árbol,
que escarban la tierra.







Un tiempo siempre fecundo

Una osamenta grita.
Una piedra le responde:
“Silencio, silencio”.

Un viento lleva
melodía de atardecer encendido.

La piedra es
materia forjada al fuego.

Yo soy después de un andar fugaz.
Vivo en una intemperie transparente
instalado en un presente que se escapa
del pensar más allá.

En la materia queda la memoria
de manos que labraron
un tiempo siempre fecundo.









Senderos

Soy caminante de este tiempo
y de otro que llegará.
En senderos andados
no hay olvido.
Quedan sueños de una noche,
amores de un día,
árboles ausentes,
paisajes inciertos.

En una piedra encontrada escribo:
“Vi un día a la orilla del mar
un sueño sin dueño”
Ver y creer.

¡Qué alegría la mía
y la de aquella ola
que navega sola!.

Una flor en la arena.
Un caminante llega.
Es libre la ola,
es libre la flor,
es libre el sueño.








La tierra que cada día pisamos


¡Madre,
la guerra no la queremos!
El futuro es incierto,
carne de cañón somos cada día.
Nos iremos a la orilla del mar
y seremos pequeñitos siempre;
jugaremos con la arena,
el agua,
la ola,
la espuma,
la caracola.
El aire que va y viene
nos llevará de paseo con las gaviotas
y nos traerá aromas
de nuevas primaveras.
Miraremos una loma por donde el sol se asoma.
Tendremos por compañeros
en la noche a los grillos
y en la mañana a los luceros...
¡Pero de verdad, madre,
que a la guerra no iremos!.








Navegar

Quiero ser
como aquel
monte lejano
que siempre
tiene un
horizonte a mano.

Realiza sus
sueños al viento.
Navega y navega,
siempre tiene un lugar
al que llega.







Corazones solitarios

Para calmar
un solitario corazón
escarbaré con mis manos
la tierra.
Plantaré semillas nuevas.
Labraré nuevos caminos
sin fronteras,
y la luz del sur
será siempre fecunda,
para iluminar
corazones solitarios.








Un mar amigo

Al atardecer,
en un mar amigo,
he sentido el canto alegre
de olas y viento
en un rumor cercano
que se me queda en la memoria.

Una suave brisa
que me acaricia
sobre la arena
adormece mis sentidos
mientras en el horizonte
la luz se aleja
y en quietud todo queda.







Escultura en piedra

En la dura roca,
la existencia
se hace forma;


es vida bien esculpida
y sobran las palabras.

En las formas la existencia
encuentra
el hueco escondido.
Que yacía en la milenaria roca.

Mucho antes que yo
viera la luz de mis días,
Naciste esculpida a fuego
un día tranquilo nos encontremos,
en una playa yacías olvidada.


Mar, olas y viento.
te dejaron desnuda
mostrando el alma
de las cosas hermosas.

Materia maleable
estructura permeable.
En nuestro encuentro
dejemos de ser ausente,
hoy somos amigos del viento.







Cerca del mar

Con mis manos
araño la materia
y a la dura roca
arranco un poema.

Con las formas
que alimentan el alma
esculpo en el viento.
Y en la tierra
un discurso pétreo
para que perdure
en este tiempo
que llega fecundo,
como sueños inventados
donde el árbol nuevo crece.







Formas en el viento

La textura camina sola,
junto al mar enseña formas
que acarician viento, y olas.

He traspasado un tiempo
que se queda.
Mirad con ojos
que nunca mirasteis.
Tocad con manos
que nunca tocasteis
y acariciareis
y entenderéis
el alma de la escultura.







Luz del sur

He cobijado libertad.
Una vez más camino
en la luz del sur.

Encuentro
árbol, sombra y pájaro
que me canta
donde siempre hay un cobijo
para caminantes.







Pueblo blanco

En un pueblo blanco
hoy he visto
mecer el viento barcos
y en olas,
casitas de cal.

Palmeras de viento,
manos curtidas en red,
miran horizontes, libertad.
No tiene el mar fronteras
para el pescador
que es dueño de su sueño.







Desde tierra

En un tiempo que se va
sentado en la orilla del mar.

Desde tierra
trato de coger
lo que del tiempo queda.
En un rumor de olas,
en olor a salitre,
en el vuelo de una gaviota
y en la ola
con su canto viajero.







Levedad en que vivo

Vivo a destiempo
en un campo abierto
con jardines de piedra
donde se forjan los sueños.
Las profundidades derramaron
la piedra en milenarias intemperies
que hoy con mis manos toco.

Yo fui después
en esta levedad que vivo.
Acaricio las formas
que junto al mar nacieron.







Arrecife de las sirenas

Donde la roca siempre reina
con mis manos cojo
lo que de mi locura queda.
Trazo caminos nuevos
para caminantes sedientos
de libertad.

Andar, siempre andar,
por duro que sea el camino.
Seguir,
ahora,
mañana y siempre.
Si te paras, serás olvido
y el olvido es la nada.
Ni siquiera tú mismo
te reconocerás
en tu perdida sombra,
pero donde la piedra
tiene su propia forma allí estaré.







El presente

Trabajo la piedra
para coger el presente
que se me va.
Soy pequeño ante su grandeza
y después son sus formas
las que me habitan.
Hablan en silencio
y queda amor, visual y táctil,







Pétrea melodía

Del tiempo fecundo
en la piedra nacen las formas,
en silencio despiertan y gritan.
Miro mis manos,
hago memoria
a la sombra de una roca
y vuelvo a laborar,
golpeo la piedra
para imaginarte pétrea melodía
que en soledad andas.
Hago liviano lo sólido.
¡Si pudiera esculpiria en el aire
ingrávidas formas
que como nubes viajeras
van llenas de vida!







La escultura

Una roca
es como
un folio
en blanco,
en la que
a golpes
de cincel
escribes
un poema.
La mano que golpea
La mano que escribe
Los versos que nacen
Las formas que viven.







Dama solitaria

Sombra en la noche,
proyección pétrea,
de una escultura
dura piedra.
Solitaria dama.
Luna llena de septiembre.
Silencios que hablan .

Se abren todas las puertas
y la luz, en duendes,
sale a pasear.







Amanece

Hoy he visto el amanece
el mar, la mar
fuerte y poderosa
arrancar dura roca.
Soy solidario
con viento y olas
que pulen y quiebran la piedra
creando nuevas formas.
Sé que la mar no sabe de fronteras,
golpea como el mejor cincel,
abre caminos,
caminos sobre la mar.

He encontrado levedad
en la pesada materia
y amo la roca
formada a fuego.

Es la sustancia
de las cosas,
es el secreto
de las ocultas formas.







Paseando

Azul de cielo y mar
cogidos de la mano van
en espuma caminan
Las olas aplauden
el amor que acaba de empezar,
en la orilla
se esculpen formas
que perduran.
El viento viajero lleva flauta
inseparable de las olas.
Melodías hay en el aire
Escucho y miro.
Entre cielo y mar me encuentro.
Todo espero.








Vivir

Anda la razón escondida
en un oscuro rincón
esperando tener salida
entre tanta desolación
que respiramos
en esta vida.
No se de otro lugar
que no sea este planeta
que habito,
donde se pueda amar
y soñar








El mar duerme

Hoy el mar
está tan quieto
que parece dormir
tapado
con una alfombra turquesa
que al compás
de las olas se mece.

Al despertar le dije:
“Déjame ser marinero,
quiero navegar
entre estrellas,
horizonte,
mar y cielo”







Navego

De tanto andar
se me desdibujaron
las fronteras.
No existen.
A un horizonte amigo llego,
me abraza
Y en él, la dura roca me atrapa.
En lo telúrico navego
y como un enamorado sediento,
escultura a ti siempre vuelvo,
tú que en espacio
y en piedra escribes.








Agua y luz

Llueve. Y llueve.
Empieza el otoño.
Me acurruco al socaire de una loma
y veo que a mirar
dos arco iris se asoman.
Se nutre la tierra.
El aire lleva colores de atardecer.
El agua se hace luz.
Vuelan gaviotas.
Un arco iris camina despacio,
entre el cielo y la tierra
construye etéreos puentes de luz.
Llueve sobre el Cabo.
Todo está tranquilo.
El mar se mece sereno.
Mañana los campos
lucirán espigas.








Llegan otros días

Van llegando los días,
unos tras otros.
Persigo quimeras
que se me escapan.
En un rumor de mar cercano
cojo del tiempo lo que queda
y, una vez más,
me echo a navegar
en este mar sin frontera.
Encuentro un techo sin límites
y hacia él voy.
Siempre me acompaña
el volar de las gaviotas.







Tarde callada

Hoy habito en silencio
la serena tarde callada
y veo cómo todo pasa
en los días impasibles,
silenciosos, tranquilos,
fuertes, terribles, agotadores.
El aire hierve, las plantas mueren;
He rendido mis cuentas del pasado.

Cuando empiezo a escribir
en páginas nuevas,
cultivo rosas que florecen entre jazmines
.

En soledad ando,
en el Cabo,
esta serena tarde callada.
¡Silencio, silencio,
olas, montes, playas y brisas hablan!







ROCA

Mar y roca,
eternos amantes,
hechos de intemperies y brisas.

Yo nací después
y fue mucha mi tardanza ante ti
porque sé que no hay amor
sin lágrimas ni risas,
dama sentada
Soy de una actitud
que permanece.
Bullen en mí
formas en libertad.

En esta tierra hay
poca paz y mucha guerra
¡Recordad siempre,
los que tenéis poder y armas,
que sólo tenemos una morada!
Es la tierra Y Tiene la última palabra
por muchas puertas y ventanas
que cerréis
el tiempo se nos va de las manos
y con Ello la paz, si la paz







Recuerdos

Describir las piedras del Cabo
con palabras, su armonía,
es como pedir al cielo,
cuando amanece,
que me deje
su mejor melodía.

Trabajo en silencio.
Algo recojo.
Al andar,
con retazos de mi existencia,
compongo.

Ando descalzo por la arena.
Amanece y, ante mí,
un sol amigo
de nuevo me hace luz.








Lo pequeño

Soy silencio que mira
oídos que escuchan,
palabras en el viento,
manos que acarician,
rumores de olas en la armonía
de una temprana primavera.

De las cosas sencillas
tomo lo pequeño
y amo todos los instantes
que en mis manos tengo.

Llegan las olas a mis pies.
Quema inquebrantable el sol.
Quiero ser ola y viento y navegar,
con mis manos
moldear la materia
como acto de ofrenda
a este trozo de tierra que me cobija.
Mañana seré polvo
en una nada
que siempre me espera.
Pasaran por siempre
La eternidad de los días.








Intemperie

Estoy derrotado.
Otra vez a empezar.
Cultivo derrotas
que viven a destiempo
en un jardín
dentro del desierto.

Las dudas quedan
en la materia.
Y las heridas
en el alma
como grito
de esta
intemperie
que me toca vivir
ayer, hoy y siempre.







Junto al mar

Si llegas, caminante,
al Cabo
párate junto al mar
y mira.
Encontrarás un lugar
entre cielo y tierra,
en agua viento y azul de amanecer,
serás.
En un otoño temprano,
un campo de verde aroma,
lavanda, tomillo y romero,
palmeras y gaviotas,
tendrás por compañeros.








Intemperie

Estoy derrotado.
Otra vez a empezar.
Cultivo derrotas
que viven a destiempo
en un jardín
dentro del desierto.

Las dudas quedan
en la materia.
Y las heridas
en el alma
como grito
de esta
intemperie
que me toca vivir
ayer, hoy y siempre.







En la distancia

El mar está
en la distancia que hay en mi memoria
y el tiempo que cabe en sesenta días.
A ti voy con recuerdos de libertad,
tierra, agua, sol y brisa
que siempre me acaricia.
Tienes un azul turquesa que enamora
y regalas generoso a cualquier viajero
ese aire de gaviotas
y olas que como lágrimas besan la arena.

Yo doy mis huellas de caminante solitario;
las dejo en cualquier sendero,
pero, ante todo, aunque no te vea,
en la distancia te siento.
Y cuando de nuevo ante ti me encuentro,
me desnudo de todo
y me sumerjo en tu cantar
lleno de aromas con sabor a mar.








El niño

Hoy he desnudado
mi alma
de chiquillo
que se distrae
en un cuerpo
de adulto.
Jugando a escribir
Encontré unos versos
Les puse alas y a volar.







El arquitecto de las esferas

Mira el tiempo su obra
que en una solitaria playa se yergue.
Monolitos, columnas, esferas,
que agua, viento y olas
esculpieron pacientemente.
Campos de fantasía
que se elevan
y como dioses
desafían a todos los elementos.







Campos de piedra y luna

Ando por campos
de piedra y luna,
un árido paisaje
que descubre un tiempo
guardado en la memoria.
Mis pasos dejan
efímeras huellas
escritas en la arena
que me dan cobijo
porque siempre me llevan
a una brisa
y un horizonte amigo.







Semillas

Empecemos
por coger semillas
nuevas
y plantarlas
como humilde acto
para honrar
esta tierra de cada día.
pisamos







Sin fronteras

Espero del mar
que sea un sendero
sin fronteras
y en su orilla
coger la cosecha
que el viento del sur deja.








Soy camino

Sin límites,
entre cielo y horizonte,
la roca,
guardián perenne, me enseña
sus escondidas formas.
Abro los ojos,
guardo silencio y miro.
Recojo del mar
su cosecha.
En la dura roca escribo.
Soy camino
y pies para andar
igual que las olas en el mar








Los navegantes

Desde todos los tiempos
Te surcan
Frágiles embarcaciones de madera
Dejando sus culturas
En playas y riveras
La mar indomable y amable
Madre de todos
Modela como el mejor cincel
Arte y vida
Los navegantes seguirán
Por siempre navegando
Con sol luna y estrellas
Y la imaginación como timón.






Este poemario se ha tardado en escribir veinte años que es el tiempo que he empleado en hacer las escultura a las que pertenecen los poemas, la mayoría de ellas en piedra volcánica del Cabo de Gata. También en viejos maderos de antiguas naves, que surcaron el Mare Nostrun. Y han sido sacados por las olas a la orilla del mar.

El autor, 1999

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